jueves, 28 de octubre de 2010

AMISTAD

Sí no se alimenta.
Sí dejamos de inyectarle savia.
Sí no la abonamos con buenas acciones.
Sí a diario olvidamos regarla…
como una planta que no se cuida,
la amistad, se deshoja y apelmaza.

Por mucho que uno entregue, labore,
mantenga encendida la llama…
si el otro no expone, no apoya,
no anima, no se lanza;
en el aire se desvanece la complicidad
y enmudecen las campanas.

De qué sirve exagerar los gestos.
De qué valen los alardes en la palabra,
los golpes de pecho,
las promesas vacuas;
sí escatimamos las semillas,
y restringimos el agua…

Se van cerrando cancelas,
se clausuran las ventanas,
se oxidan las llaves,
los cristales se quebrantan.
Ni uno cruza el umbral
ni el otro atina
con la puerta de la casa.

Pasa el tiempo,
se ramifican los carámbanos,
la desidia a placer,
socava más espacios.
Crecen las ausencias,
se multiplican los agravios.
El amargor que destila el alma
sube hasta los labios y
en la boca se paladea
la arena del desengaño.

El orgullo mutila a los amigos…
la amistad se diluye de las manos…

La distancia se interpone,
entre tu suelo y mi tejado…

La amistad,
delicada flor que hay
que mimar a diario;
a pesar de las prisas,
relojes y calendarios.

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